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Galletas...

Mummmmmmm, galletas, galletas, galletas...
Mi placer y mi tormento. Ay, que soy adicta a morder galletas; digo a morder, porque confieso que no las saboreo, no, no puedo; literalmente engullo. Pero ¿por qué no las aborrezco?, de tanto morder galletas, tengo cara de campurriana.
No lo puedo evitar, sé que están en ese armario dichoso que me llama, en esa caja tan bonita que me dice ven, dentro de ese plástico tan ruidoso que, todo hay que decirlo, a veces me impide alcanzar mi tan deseada galleta. Quizás, la solución es cambiar el sitio, cambiar la caja, hacer más ruidoso (si cabe) el envoltorio...
Pero de momento, no tengo clara la cura de este "mal"; así que a partir de ahora mi lema será: si no puedes contra ellas, cometelas...

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Quedarme callada...

Llevo días sin dibujar y acordándome de ti. Tanta ansia por volver y me amordaza el bloqueo. ¿Cómo es posible encerrar el silencio en mi cabeza?  Me persiguen las horas. El reloj imaginario que tiñe la paciencia va más deprisa que yo. Debería volver al papel, a tachar, a pensar, pero la prisa me apremia y, aunque no diga nada, las voces vuelven a ocupar su sitio. Es probable que alguién lo entienda... Quizás si esto lo escribiera P. B. tendría más sentido.

Mi espacio...tú taller



Propuesta de Santo para todos los días

Catorce de Febrero de 1987... D.P. se sienta en el pupitre de al lado y ¡tachán! me regala un sacapuntas; yo. le miro, me pongo del color de la sandía abierta más fresca del verano y le regalo mi goma de borrar. Pasé el resto del día sacándole punta a los lápices y, sin poder borrar, porque le había regalado el bien más preciado de una niña en el cole ( las gomas de borrar están muy infravaloradas ) al niño más guapo de toda mi clase de 2º A. Así es como yo entiendo este día y el resto de los días del año; ofrecer a alguién que tú crees especial algo que para tí encierra un gran valor cuando menos te lo esperas ( os aseguro que yo con 7 años no me lo esperaba ). Quisiera desde este humilde espacio tan público, desear a todos los humanos y extraterrestres, a todos aquellos a los que les corre sangre por las venas y a los que les corre horchata, a todos los conocidos y desconocidos, a los que piensan en verde y a los que no piensan, a los que no ven más allá de sus narices y a los que